Claudia tiene 30 años y
su vida parece estar donde ella quiere, pero la realidad es muy diferente.
Aunque su trabajo no es gran cosa, le permite pagar un piso que tampoco es gran
cosa y donde la mayor parte del tiempo se siente sola, pero eso no es algo que
quiera reconocer así que miente a los demás y a ella misma.
Hace años que no mantiene
una relación con nadie, la última fue cuando salía con Paula, su compañera de
la universidad y mejor amiga hasta que se convirtió en su pareja. Paula la dejó
a ella, le dijo que estaba cansada de intentar derrumbar un muro, pero para
Claudia eso no tenía sentido así que se dijo que en realidad Paula no la quería
lo suficiente y por eso la dejó. Muchas veces la echa de menos, pero no lo
admite y cuando siente la necesidad de estar con alguien se limita a líos sin
ataduras, porque dice que así es mejor.
Cuando Claudia tenía 7
años su padre murió, fue el momento más doloroso de su vida y se prometió no
sentirse así nunca más. En algunos momentos de su vida ha querido romper la
promesa y casi lo hizo cuando conoció a Paula, pero luego sintió pánico a que
pudiera perderla y por eso la alejó. Lo sabe, pero, no está dispuesta a
admitirlo. También siente una gran culpa, porque cuando su padre murió ella no
estaba con él, culpa a su madre de eso y por eso apenas se ven. A lo mejor
debería cambiar eso también, pero volver atrás no es fácil y más si eres
cabezota como Claudia.
Cuando esa mañana Claudia
sube al autobús no espera que ese viaje la lleve a cambiar por completo su
manera de ver las cosas, pero se verá arrastrada a afrontar algunos fantasmas
que al final la llevaran a tener una nueva oportunidad en el amor. ¿La
aprovechará?
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