martes, 5 de junio de 2012

Marta


Marta vivía en la misma ciudad de siempre, en la misma casa de siempre y con el mismo novio de siempre. Marta tendría que haber sido feliz, como siempre, pero no era así, ya no le gustaba la misma ciudad de siempre, ni la misma casa ni siquiera su novio. Ahora Marta soñaba con otras cosas, cosas que no podía contar a nadie, cosas que ni ella misma entendía.
Todo empezó una mañana en que caminaba por la calle, un poco apresurada porque llegaba tarde a recoger a su novio de pronto alguien la empujó y se vio en el suelo, no había visto quien era, pero fuese quien fuese se iba a enterar en cuanto levantara la cabeza. Y lo hizo, pero no pudo protestar porque una preciosa chica la estaba mirando muy apurada. No supo el porque pero se sonrojó al mirarla, pero no podía dejar de hacerlo esos ojos la atraían son remedio. ¿Que le pasaba? Se puso en pie, se arregló la ropa y sin volverla a mirar por lo que pudiera pasar, se fue de ahí.